jueves, junio 04, 2009

Y QUIEN LE TEME AL CEMENTO FEROZ?


“. . . However, like most things in life, you want to be frightened a little , but not too much!"
Agatha Christie


Por Marcos Barinas Uribe

Escuchar la palabra cemento en República Dominicana, tiene implicaciones que van más allá del material mismo, desde políticas de gobierno, fantasmagorias de progreso, aspiraciones colectivas, seguridad, terror, hasta la más profunda culpa en la conciencia ambiental, representa una especie de monstruo místico mitad ángel, mitad demonio. Pero que es ese monstruo del cual dependen algunas de nuestras mas básicas necesidades personales o sociales y que al mismo tiempo, supuestamente, nos mata. La realidad es que sabemos poco de cómo y de qué está hecho el material o de su procedencia y tenemos pocas opciones para elegir más allá de su costo o disponibilidad.

El cemento es un material granulado fino que al mezclarse con el agua, arena y algunos agregados se endurece en una masa sólida y compacta. El cemento es el ingrediente principal del concreto, la sustancia mas consumida en el planeta después del agua –se calcula un promedio de tres toneladas de concreto por persona anualmente. Aunque solo representa el 10% de una mezcla típica, el cemento representa el 92% de la demanda total de energía para producir concreto. Si bien la polución atmosférica es una de las preocupaciones primarias en la producción de cemento, ya que representa el 5% del CO2 descargado en la atmosfera del planeta, es la contaminación y consumo de aguas subterráneas o superficiales la amenaza mas concreta a nivel de impacto local y la mas difícil de prevenir. Una tonelada de agua se descarga en la producción de una tonelada de cemento, esto se debe a la minería de piedra caliza, las labores de limpieza y mantenimiento de equipos contaminados, a la descarga de aguas servidas y otras labores de producción.

La mayor cantidad de energía para producir el cemento se descarga cuando se produce una sustancia fundamental en su composición, el clinker o caliza cocida, la cual se obtiene como resultado de la calcinación en horno de mezclas de calizas coralinas y otros ingredientes, que luego son trituradas con yeso y se obtiene finalmente el material que conocemos como Cemento Portland. Una de las preocupaciones ambientales mas concretas en el mercado de la arquitectura verde consiste en reducir el uso del Cemento Portland. Mas de dos billones de toneladas de Cemento Portland se consumieron a nivel mundial en el año 2006, un consumo que se duplica cada década. A pesar de esta realidad, las posibilidades de generar un impacto positivo a través de tecnologías limpias es fútil, siempre y cuando el uso de estas tecnologías aumentan tan solo de manera incremental y seria necesario un crecimiento monumental para obtener mínimos beneficios ambientales.

La Iniciativa para el Cemento Sostenible, CSI por sus siglas en inglés, es un esfuerzo muy serio de la industria del cemento para reducir considerablemente su impacto en el ambiente, agrupa al 40% de los productores de cemento a nivel mundial y elaboraron una Agenda de acción en el año 2002. Esta Agenda identifica una serie de factores que ellos consideran críticos para el desarrollo sostenible de su sector, estos son: Manejo eficiente del uso de energía y contaminación de CO2, reducción de las emisiones, reducción del uso y contaminación de acuíferos, impactos en el suelo y las comunidades locales, y estrategias de comunicación. Ellos han elaborado una serie de normativas, protocolos y metas que han debido llegar a accionistas privados y gobiernos. Algunas de las medidas mas especificas tienen que ver con la reducción de las emisiones de CO2 y la energía, entre las que se encuentran: Uso de la TECNOLOGIA SECA que reduce sustancialmente el uso del clinker; el uso de sustancias recicladas como el rockash, que no necesitan del proceso de calcinamiento ; y nuevas tecnologías alternativas para la eficiencia en el uso de combustibles.

En los últimos días, en nuestro país se ha estado generando una reacción que tiende a hacer evidente las consecuencias de la economía global de los materiales. Una cementera se propone instalarse en las proximidades de uno de los Parques Nacionales mas visitados de la República Dominicana, el Parque Nacional de los Haitíses. La selección del lugar no pudo ser mas delicada, a pesar de que ya existen parques nacionales con industrias de este tipo en sus proximidades, como es el caso del Parque Nacional Jaragua. Sin embargo, el caso de esta cementera en particular (hasta no presentar los documentos constructivos y el plan de manejo del proyecto), si nos llevamos fielmente del reporte sometido por el Consorcio Minero Dominicano a la SEMARENA, los principales componentes del proyecto la ubican en una planta tradicional de procesamiento de clinker y cemento, de alto costo energético, alto consumo de agua y gran impacto sobre el suelo.

De acuerdo a una investigación que elaboramos para la PUCMM, sobre el Impacto ambiental de la Industria de la Construcción en nuestro país, la importación de clinker se redujo sustancialmente del año 2004 al 2008. En el año 2004 hubo una importación de 876,978.80 toneladas de clinker versus 145,213.66 toneladas en el 2008. De la misma manera, hubo una reducción sustancial de cemento gris, 423,677.87 toneladas en el año 2004 a tan solo 41.41 toneladas en el 2008. Por el otro lado, la importación de cal se disparó de 491.24 toneladas en el 2004 a 6038.36 toneladas en el 2007. Estos datos hacen evidente que se planifica desde el Estado una industria de producción local de clinker y cemento, que deberá satisfacer la demanda nacional y además convertirse en una industria exportadora cuya eficiencia pueda satisfacer un cambio de demanda tan radical.

De no tomarse las medidas adecuadas este plan productivo podría generar un alto costo energético y ambiental para el país. Si bien, el apoyo a la industria local es una de las estrategias ambientales globales tendientes a regular el calentamiento global a través de la reducción del impacto de la transportación internacional, esto no significa que existan códigos ambientales muy estrictos que regulen este tipo de industrias en el plano local. En nuestro país adolecemos de los instrumentos necesarios para asumir el dilema, aún creemos el cuento de hadas de que tenemos un déficit de infraestructura, cuando en realidad nuestro deficit es de planificación. Para resolverlo tendríamos que empezar por un Plan de Ordenamiento Territorial adecuado, que es una aspiración nacional hacia la cual no ha existido mucha voluntad política y que ni la Secretaría de Medio Ambiente ni la de Planificación Económica han podido asumir como se les requiere. Nos hemos dado cuenta, a golpe de improvisación y escándalos, que las aspiraciones y regulaciones sectoriales no son suficientes para garantizar el bien nacional. Las ordenanzas ambientales solo regulan lo irregulable ya que el medio ambiente no reconoce fronteras humanas abstractas, y la planificación económica peca precisamente de a menudo no reconocer donde estan sus fronteras tangibles.

La discusión actual sobre la cementera en la cercanía de los Haitises es mas simplista que esta ultima especulación teórica, ya que simplemente pendúla de un lado a otro, santificando o condenando un material a ser el salvador de la economía nacional o el lobo feroz destructor de toda fuente de vida. Y para cuentos, ya estamos un poco grandecitos.