CIUDAD FRONTERA-CIUDAD GLOBAL: Nuevos Actores de la Integración Dominicana
1999
El concepto de Territorio ha estado tradicionalmente vinculado al concepto de autoridad administrativa, desde los Estados-Territoriales, hasta las localidades y municipios (Taylor, 1994). Es decir, y según definición de Juan Roccatagliata, "los territorios son porciones del espacio geográfico mundial organizados bajo una autoridad político administrativa en sus diferentes escalas". Las infraestructuras, entendidas como entes de inversión para conseguir dotaciones suficientes destinadas a mejorar los potenciales de un espacio determinado, también han acogido este concepto en cuanto se suelen diseñar y gestionar en el seno de estos territorios y en forma sectorial. Sin embargo, el problema hoy se torna más complejo pues los Estados-territoriales están dando paso a los macroespacios comunitarios a través de los procesos de integración en curso. (Comunidad Europea, MERCOSUR, NAFTA). Las infraestructuras, urbanas o no, se convierten en este contexto en un tema de importancia crucial para la integración comunitaria entre países y sus vinculaciones a escala global.
Paralelo a este tema de los "nexos materiales" se desarrolla el de las nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones. Este proceso de innovación está permitiendo la paulatina desaparición de las barreras geográficas a la vez que impulsa la creación de nuevas organizaciones empresariales capaces de responder a las demandas de la Sociedad de la Información, en un contexto de alcance mundial llamado con acierto la Aldea Global, y que en un futuro inminente permitirá acceder a mercados totalmente integrados, sin fronteras, sin distancias y prácticamente en tiempo real. Las economias-mundo para acoger un término de Fernand Braudel, sugieren una transformación, donde el nexo material se vuelve insuficiente para una época de desarrollo propiamente global y ya no internacional o multinacional.
La Ciudad Frontera
Las naciones-estados han tendido a ver los enlaces internacionales desde el punto de vista de la relación de estos con el resto del propio sistema nacional. Hasta 1990, en la frontera mexico-estadounidense, los mapas de San Diego ignoraban la existencia de Tijuana- las redes de transporte parecían terminar en un vacío que se asemejaba a las representaciones medievales de nuestro planeta. Todavía hoy la mayoria de los mapas dominicanos representan nuestro país como si fuera una isla, y el 90% de nuestra población desconoce las ciudades que existen del otro lado de una frontera por demás inexistente físicamente. Esta indiferencia a la vecindad geográfica por parte de las autoridades locales se vincula a un desconocimiento probablemente intencional de la influencia que los procesos migratorios y de intercambio global tienen sobre la planificación del territorio.
En este sentido, vemos aparecer nuevos tipos de sistemas urbanos en los planos mundial y regional, donde los proyectos de infraestructura constituyen nódulos cruciales para la coordinación internacional y la prestación de servicios a economías que presentan un carácter cada vez mas transnacional (Sassen, 1995). Sin embargo, en contradicción con este proceso, existe poca infraestructura que tenga carácter verdaderamente "internacional", según nos expresa Robert Gould, con la excepción de algunos puentes, túneles y en los últimos tiempos complejos fronterizos construidos y administrados en forma bi-lateral, se tratan mas bien de empalmes de obras nacionales, en la mayoría de los casos con ineficiencia e inequidad . Ni siquiera la Unión Europea, con mas de un cuarto de siglo en proceso de integración, posee aún la competencia jurídica necesaria para desarrollar estos planes regionales multi o bilaterales. Apenas, con la entrada en vigor del Acta Unica y la repercusión territorial que ello ha supuesto, los Estados miembros y la Comisión empiezan a tomar conciencia de la importancia de las implicaciones territoriales para el funcionamiento de una comunidad sin fronteras.
Un cambio paradigmático en cuanto a estrategias de desarrollo, ha creado polos de crecimiento que han emergido como alternativa a los inmigrantes de las ciudades primarias , sobre todo en Latinoamérica. Un buen ejemplo es el de algunas ciudades frontera, como Tijuana (México), que han encarado un boom de su economía a causa de la internacionalización de la producción en la región fronteriza de México y Estados Unidos. Estos lugares se han convertido en destinos principales para los migrantes, quitándole peso a la migración a las ciudades capitales. Este cambio sustancial de estrategia de crecimiento ha sido auspiciado por la expansión del mercado mundial de comodidades y las inversiones de corporaciones multinacionales.
La República Dominicana no se desvincula de esta aproximación en la medida en que se prepara a administrar una inversión amparada en el convenio Lomé que mejorará las infraestructuras fronterizas, como puertos, vías de acceso, desarrollos regionales y estudios de implementación de industrias de zona franca. Desde hace décadas nuestro país también ha desarrollado polos alternativos y emergentes a las ciudades primarias, la mayoría de ellos fuera de las principales aglomeraciones urbanas, como complejos turísticos, zonas francas, centros de negocios y financieros. Estas tipologías han representado físicamente un ejemplo de la implantación de procesos globales, a medida que se desarrollan en su vinculación a las economías-mundo. Sin embargo, mas allá de las murallas literales de estos desarrollos, se encuentran terrenos que contienen ciudades, pueblos y villorrios que se desarticulan cada vez mas de esta dinámica internacional de crecimiento. La frontera se entiende en este caso no tan solo como el límite fronterizo nacional vertical norte-sur que nos divide con Haití, sino como los limites y separaciones planteados por la "inequidad interurbana" que aparecen a lo largo de un eje horizontal este-oeste.
En "El complejo urbano en una economía mundial", Saskia Sassen plantea el problema de las desigualdades interurbanas a partir de la implantación de procesos globales, que contribuyen a una separación y disociación entre ciudades y sectores dentro de las ciudades, siempre y cuando estén o no articulados a la economía-global. Plantea además, que es necesario comprender la manera en que estos sistemas económicos transnacionales se pueden articular conectando localidades específicas de países en desarrollo con mercados y localidades de países altamente desarrollados. Es precisamente en este punto que esta nueva "inequidad interurbana" difiere de las desigualdades tradicionales existentes en los sistemas nacionales urbanos. Estamos enfrentados a una transformación de la geografía de centro y periferia a medida que enfrentamos la periferización de ciudades primarias en países que eran considerados centrales.
La Ciudad Global
La tecnología de la informática, ha provocado que el desarrollo de los sistemas económicos y su primacía en la sociedad se hayan acelerado mas que cualquier otro campo. Los principios económicos tradicionales de producción y distribución material, ya no son suficientes para describir o guiar la dinámica de nuestra compleja "sociedad de la información". Cuando Roma estaba en el poder, caravanas tras caravanas de todos los países del mundo clásico convergían en el Foro. Forzado por la competencia de mercado, los sistemas de intercambio de información y bienes se han desarrollado en una obsesiva competencia por ganarle la carrera al tiempo y la energía y hacen cada vez mas obsoletos el foro de encuentro y el centro de convenciones.
Como resultado de la comunicación y el desarrollo de las computadoras, más actividades económicas se han "inmaterializado" en el ciberespacio . Nuestras percepciones territoriales, han sido transformadas por la velocidad de los aviones supersónicos, los rayos x, el radar, los radiotelescopios, la televisión submarina, la fotografía y muy recientemente el Internet. La "fabrica global" se ha instalado mas allá de las fronteras, y se hace acompañar de la publicidad, la industria cultural, programas de radio, emisiones televisivas, redes de computadoras, y otros medios de comunicación. Ha provocado la desterritorialización y la reterritorializacion de las cosas, gentes e ideas y promovido el redimensionamiento de espacios y tiempos (Ianni, 1996). Nuestro territorio, nuestro espacio perceptible, es ya el planeta y pronto el sistema solar, pero nosotros continuamos apegados a la idea tradicional de territorio (y sus implicaciones soberanas) como el ser primitivo a su propiedad.
En este contexto, las ciudades y las regiones juegan un papel crucial en la implementación de esta "sociedad de la información" haciendo evidente la importancia de la productividad de economías urbanas para los resultados macroeconómicos de un país. La marcada orientación hacia las economías mundo puesta de manifiesto en esta idea de la ciudad global, plantea interrogantes acerca de la articulación de esta con el interior de sus países y con el estado-nación del que forman parte. Mientras la mundialización de la economía puede presentar oportunidades para el desarrollo de nuestro país, ya que podría provocar que las personas y comunidades actúen en mercados mas amplios y que los fondos para inversiones en sus asentamientos provengan muy a menudo de fuentes internacionales, no es menos cierto que la diferencia entre ricos y pobres se ha acrecentado generando la necesidad que se adopten medidas que creen un entorno económico mas equitativo y favorable – financiación del desarrollo, deuda exterior, comercio internacional, transferencia de tecnología, etc.
En el mundo de la unificación planetaria, de la transculturización del mundo, de "las multitudes solitarias", encaramos un nuevo reto. A pesar de toda esta aparente estandarización tecnológica, observamos dos tendencias paralelas, una que entiende que la tecnología ha fomentado una división mayor, no solo entre individuos sino entre naciones – a medida que esta interconectividad opera desde un eje central primermundista los países menos poderosos quedan excluidos de esta red - y otra que asume , de manera positiva y progresista, que nuestros medios técnicos fomentan la unificación planetaria.
El comisionado Bangemann al final de su famoso discurso ante la comisión europea nos exhortaba a no dejarnos confundir y que entendieramos que la "Sociedad de la Información" nos permitirá lograr el sueño de una "sociedad civil ilustrada" con mas participación y sobre todo racionalidad y que debíamos entender esto como su fin último y verdadero. Y que una mala comprensión de las finalidades de esta sociedad nos podría llevar a su fracaso, empezando por entender que de hecho esta no ha venido a sustituir el contacto humano cara a cara, mas bien a complementarlo.
En este sentido es necesario abordar el tema a partir de la comprensión de dos sistemas, uno que permite identificar una geografía de lugares estratégicos a escala mundial y otro que entiende y especifica sobre las microgeografías y políticas sociales que se desarrollan en estos estados naciones.
En La España Invertebrada , José Ortega y Gasset se refería a una multitud de aspectos de la realidad de la España de entonces, que si bien enfocaba en aspectos puramente locales en el fondo acusaba las penurias de un país interconectado por nexos materiales poco consistentes. Durante nuestra historia como país, hemos desarrollado diferentes visiones políticas y económicas con sus correspondientes adaptaciones en cuanto al rol del estado y los actores sociales de maneras muy diversas. Pero en ninguna de las diferentes etapas de nuestro proceso de desarrollo se incorporó, de una manera seria, la integración como un elemento clave para las decisiones de inversión.
El objetivo central de las políticas que han generado acuerdos internacionales, debiera ser, conseguir que las regiones puedan hacerse cargo del destino de sus recursos, de acuerdo con los intereses de la población local, pero sin contradecir los macroobjetivos de un desarrollo regional.
Al fin y al cabo son precisamente las comunidades locales las que convivirán largos años con los efectos directos de la improvisación inertica de las actividades y conclusiones que se realizan sobre nuestras ciudades.
Nuestras opciones se han ampliado y nuestro futuro se presenta excitante, pero tampoco deja de ser misterioso y amenazador el canto de las sirenas, ni aterrorizante "la máquina que ha abandonado al maquinista y corre ciegamente por el espacio" ( Ianni, 1996 ), ni deja de ser menos difuso el horizonte en el que podamos comprender o exorcizar las utopías que florecen en la sociedad global, utopías que pueden ser electrónicas, tecnocráticas, pragmáticas, sistémicas, pero que tambien pueden ser románticas, nostálgicas, desencantadas, nihilistas o malditas.
El concepto de Territorio ha estado tradicionalmente vinculado al concepto de autoridad administrativa, desde los Estados-Territoriales, hasta las localidades y municipios (Taylor, 1994). Es decir, y según definición de Juan Roccatagliata, "los territorios son porciones del espacio geográfico mundial organizados bajo una autoridad político administrativa en sus diferentes escalas". Las infraestructuras, entendidas como entes de inversión para conseguir dotaciones suficientes destinadas a mejorar los potenciales de un espacio determinado, también han acogido este concepto en cuanto se suelen diseñar y gestionar en el seno de estos territorios y en forma sectorial. Sin embargo, el problema hoy se torna más complejo pues los Estados-territoriales están dando paso a los macroespacios comunitarios a través de los procesos de integración en curso. (Comunidad Europea, MERCOSUR, NAFTA). Las infraestructuras, urbanas o no, se convierten en este contexto en un tema de importancia crucial para la integración comunitaria entre países y sus vinculaciones a escala global.
Paralelo a este tema de los "nexos materiales" se desarrolla el de las nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones. Este proceso de innovación está permitiendo la paulatina desaparición de las barreras geográficas a la vez que impulsa la creación de nuevas organizaciones empresariales capaces de responder a las demandas de la Sociedad de la Información, en un contexto de alcance mundial llamado con acierto la Aldea Global, y que en un futuro inminente permitirá acceder a mercados totalmente integrados, sin fronteras, sin distancias y prácticamente en tiempo real. Las economias-mundo para acoger un término de Fernand Braudel, sugieren una transformación, donde el nexo material se vuelve insuficiente para una época de desarrollo propiamente global y ya no internacional o multinacional.
La Ciudad Frontera
Las naciones-estados han tendido a ver los enlaces internacionales desde el punto de vista de la relación de estos con el resto del propio sistema nacional. Hasta 1990, en la frontera mexico-estadounidense, los mapas de San Diego ignoraban la existencia de Tijuana- las redes de transporte parecían terminar en un vacío que se asemejaba a las representaciones medievales de nuestro planeta. Todavía hoy la mayoria de los mapas dominicanos representan nuestro país como si fuera una isla, y el 90% de nuestra población desconoce las ciudades que existen del otro lado de una frontera por demás inexistente físicamente. Esta indiferencia a la vecindad geográfica por parte de las autoridades locales se vincula a un desconocimiento probablemente intencional de la influencia que los procesos migratorios y de intercambio global tienen sobre la planificación del territorio.
En este sentido, vemos aparecer nuevos tipos de sistemas urbanos en los planos mundial y regional, donde los proyectos de infraestructura constituyen nódulos cruciales para la coordinación internacional y la prestación de servicios a economías que presentan un carácter cada vez mas transnacional (Sassen, 1995). Sin embargo, en contradicción con este proceso, existe poca infraestructura que tenga carácter verdaderamente "internacional", según nos expresa Robert Gould, con la excepción de algunos puentes, túneles y en los últimos tiempos complejos fronterizos construidos y administrados en forma bi-lateral, se tratan mas bien de empalmes de obras nacionales, en la mayoría de los casos con ineficiencia e inequidad . Ni siquiera la Unión Europea, con mas de un cuarto de siglo en proceso de integración, posee aún la competencia jurídica necesaria para desarrollar estos planes regionales multi o bilaterales. Apenas, con la entrada en vigor del Acta Unica y la repercusión territorial que ello ha supuesto, los Estados miembros y la Comisión empiezan a tomar conciencia de la importancia de las implicaciones territoriales para el funcionamiento de una comunidad sin fronteras.
Un cambio paradigmático en cuanto a estrategias de desarrollo, ha creado polos de crecimiento que han emergido como alternativa a los inmigrantes de las ciudades primarias , sobre todo en Latinoamérica. Un buen ejemplo es el de algunas ciudades frontera, como Tijuana (México), que han encarado un boom de su economía a causa de la internacionalización de la producción en la región fronteriza de México y Estados Unidos. Estos lugares se han convertido en destinos principales para los migrantes, quitándole peso a la migración a las ciudades capitales. Este cambio sustancial de estrategia de crecimiento ha sido auspiciado por la expansión del mercado mundial de comodidades y las inversiones de corporaciones multinacionales.
La República Dominicana no se desvincula de esta aproximación en la medida en que se prepara a administrar una inversión amparada en el convenio Lomé que mejorará las infraestructuras fronterizas, como puertos, vías de acceso, desarrollos regionales y estudios de implementación de industrias de zona franca. Desde hace décadas nuestro país también ha desarrollado polos alternativos y emergentes a las ciudades primarias, la mayoría de ellos fuera de las principales aglomeraciones urbanas, como complejos turísticos, zonas francas, centros de negocios y financieros. Estas tipologías han representado físicamente un ejemplo de la implantación de procesos globales, a medida que se desarrollan en su vinculación a las economías-mundo. Sin embargo, mas allá de las murallas literales de estos desarrollos, se encuentran terrenos que contienen ciudades, pueblos y villorrios que se desarticulan cada vez mas de esta dinámica internacional de crecimiento. La frontera se entiende en este caso no tan solo como el límite fronterizo nacional vertical norte-sur que nos divide con Haití, sino como los limites y separaciones planteados por la "inequidad interurbana" que aparecen a lo largo de un eje horizontal este-oeste.
En "El complejo urbano en una economía mundial", Saskia Sassen plantea el problema de las desigualdades interurbanas a partir de la implantación de procesos globales, que contribuyen a una separación y disociación entre ciudades y sectores dentro de las ciudades, siempre y cuando estén o no articulados a la economía-global. Plantea además, que es necesario comprender la manera en que estos sistemas económicos transnacionales se pueden articular conectando localidades específicas de países en desarrollo con mercados y localidades de países altamente desarrollados. Es precisamente en este punto que esta nueva "inequidad interurbana" difiere de las desigualdades tradicionales existentes en los sistemas nacionales urbanos. Estamos enfrentados a una transformación de la geografía de centro y periferia a medida que enfrentamos la periferización de ciudades primarias en países que eran considerados centrales.
La Ciudad Global
". . . esta es una ciudad con raíces en ningún lugar de la tierra, definida por conectividad mas que por accesibilidad y valores de territorios, habitada por sujetos fragmentados y desobjetualizados que existen como una serie de aliases y agentes. Sus lugares serán construidos virtualmente por softwares en lugar de los materiales primitivos de construcción como la piedra o el concreto, y estarán conectados por conectores lógicos mas que por puertas, pasillos y calles".
Willian Mitchell
La tecnología de la informática, ha provocado que el desarrollo de los sistemas económicos y su primacía en la sociedad se hayan acelerado mas que cualquier otro campo. Los principios económicos tradicionales de producción y distribución material, ya no son suficientes para describir o guiar la dinámica de nuestra compleja "sociedad de la información". Cuando Roma estaba en el poder, caravanas tras caravanas de todos los países del mundo clásico convergían en el Foro. Forzado por la competencia de mercado, los sistemas de intercambio de información y bienes se han desarrollado en una obsesiva competencia por ganarle la carrera al tiempo y la energía y hacen cada vez mas obsoletos el foro de encuentro y el centro de convenciones.
Como resultado de la comunicación y el desarrollo de las computadoras, más actividades económicas se han "inmaterializado" en el ciberespacio . Nuestras percepciones territoriales, han sido transformadas por la velocidad de los aviones supersónicos, los rayos x, el radar, los radiotelescopios, la televisión submarina, la fotografía y muy recientemente el Internet. La "fabrica global" se ha instalado mas allá de las fronteras, y se hace acompañar de la publicidad, la industria cultural, programas de radio, emisiones televisivas, redes de computadoras, y otros medios de comunicación. Ha provocado la desterritorialización y la reterritorializacion de las cosas, gentes e ideas y promovido el redimensionamiento de espacios y tiempos (Ianni, 1996). Nuestro territorio, nuestro espacio perceptible, es ya el planeta y pronto el sistema solar, pero nosotros continuamos apegados a la idea tradicional de territorio (y sus implicaciones soberanas) como el ser primitivo a su propiedad.
En este contexto, las ciudades y las regiones juegan un papel crucial en la implementación de esta "sociedad de la información" haciendo evidente la importancia de la productividad de economías urbanas para los resultados macroeconómicos de un país. La marcada orientación hacia las economías mundo puesta de manifiesto en esta idea de la ciudad global, plantea interrogantes acerca de la articulación de esta con el interior de sus países y con el estado-nación del que forman parte. Mientras la mundialización de la economía puede presentar oportunidades para el desarrollo de nuestro país, ya que podría provocar que las personas y comunidades actúen en mercados mas amplios y que los fondos para inversiones en sus asentamientos provengan muy a menudo de fuentes internacionales, no es menos cierto que la diferencia entre ricos y pobres se ha acrecentado generando la necesidad que se adopten medidas que creen un entorno económico mas equitativo y favorable – financiación del desarrollo, deuda exterior, comercio internacional, transferencia de tecnología, etc.
En el mundo de la unificación planetaria, de la transculturización del mundo, de "las multitudes solitarias", encaramos un nuevo reto. A pesar de toda esta aparente estandarización tecnológica, observamos dos tendencias paralelas, una que entiende que la tecnología ha fomentado una división mayor, no solo entre individuos sino entre naciones – a medida que esta interconectividad opera desde un eje central primermundista los países menos poderosos quedan excluidos de esta red - y otra que asume , de manera positiva y progresista, que nuestros medios técnicos fomentan la unificación planetaria.
El comisionado Bangemann al final de su famoso discurso ante la comisión europea nos exhortaba a no dejarnos confundir y que entendieramos que la "Sociedad de la Información" nos permitirá lograr el sueño de una "sociedad civil ilustrada" con mas participación y sobre todo racionalidad y que debíamos entender esto como su fin último y verdadero. Y que una mala comprensión de las finalidades de esta sociedad nos podría llevar a su fracaso, empezando por entender que de hecho esta no ha venido a sustituir el contacto humano cara a cara, mas bien a complementarlo.
En este sentido es necesario abordar el tema a partir de la comprensión de dos sistemas, uno que permite identificar una geografía de lugares estratégicos a escala mundial y otro que entiende y especifica sobre las microgeografías y políticas sociales que se desarrollan en estos estados naciones.
En La España Invertebrada , José Ortega y Gasset se refería a una multitud de aspectos de la realidad de la España de entonces, que si bien enfocaba en aspectos puramente locales en el fondo acusaba las penurias de un país interconectado por nexos materiales poco consistentes. Durante nuestra historia como país, hemos desarrollado diferentes visiones políticas y económicas con sus correspondientes adaptaciones en cuanto al rol del estado y los actores sociales de maneras muy diversas. Pero en ninguna de las diferentes etapas de nuestro proceso de desarrollo se incorporó, de una manera seria, la integración como un elemento clave para las decisiones de inversión.
El objetivo central de las políticas que han generado acuerdos internacionales, debiera ser, conseguir que las regiones puedan hacerse cargo del destino de sus recursos, de acuerdo con los intereses de la población local, pero sin contradecir los macroobjetivos de un desarrollo regional.
Al fin y al cabo son precisamente las comunidades locales las que convivirán largos años con los efectos directos de la improvisación inertica de las actividades y conclusiones que se realizan sobre nuestras ciudades.
Nuestras opciones se han ampliado y nuestro futuro se presenta excitante, pero tampoco deja de ser misterioso y amenazador el canto de las sirenas, ni aterrorizante "la máquina que ha abandonado al maquinista y corre ciegamente por el espacio" ( Ianni, 1996 ), ni deja de ser menos difuso el horizonte en el que podamos comprender o exorcizar las utopías que florecen en la sociedad global, utopías que pueden ser electrónicas, tecnocráticas, pragmáticas, sistémicas, pero que tambien pueden ser románticas, nostálgicas, desencantadas, nihilistas o malditas.